Cinco preguntas a Robert Steuckers sobre la "Nueva Derecha"

SINERGIAS EUROPEAS – Bruxelles/Hamburg/Barcelona – octubre de 2004

Cinco preguntas a Robert Steuckers sobre la "Nueva Derecha"


Declaraciones recogidas por Marc Lüdders

[Traduccion por C.G.]

¿En el corpus doctrinal y filosófico del pragmatismo norteamericano, el bioregionalismo y el comunitarismo, cuáles son los elementos que podrían resultar útiles a los no conformistas europeos?

Robert Steuckers : El término "pragmatismo" deriva del griego antiguo "pragma", que significa "acción". Lo filósofos que teorizaron el pragmatismo norteamericano fueron esencialmente dos: Charles Sanders Peirce y William James. Peirce quería? - al igual que la "nueva derecha" francesa al principio de su itinerario - llamar la atención de los filósofos sobre el hecho de que se utilizaban un gran número de conceptos filosóficos incorrectamente y que su utilización errónea conducía a una avalancha de equivocaciones. La lengua filosófica debía por lo tanto estar desprovista de ambigüedad, ser clara y comprensible. No debía estar sobrecargada con ninguna jerga. Al contrario de su discípulo y compatriota James, Peirce siguió siendo un "realista" en el sentido filosófico del término, en el sentido que aceptaba plenamente la realidad general. William James, era más bien "nominalista" (de ahí proviene, como veremos adelante, la utilización del término "nominalismo" por Armin Mohler y, más tarde, por de Benoist; precisemos aquí, luego de las críticas católicas a la ND, que el "nominalismo" de Mohler, copiado torpemente por de Benoist, no es el nominalismo medieval, sino ese complejo nominalismo hostil a las ideas abstractas? - y, por consiguiente, a las ideas de 1789 y del "estúpido siglo XIX" -? que deriva de James, y que tendra influencia en Blondel, Sorel y Papini).

Blondel: una doctrina del conocimiento activista

Para James, los hechos, acontecimientos, fenómenos y actos particulares son las expresiones de una plenitud, de una realización, que lo abstracto no puede nunca personificar. James ejerció una fuerte influencia sobre los filósofos franceses Maurice Blondel y Georges Sorel, así como también sobre el escritor italiano Giovanni Papini. James hablaba de una "voluntad de creer", más exactamente de creer en la acción, en nuestra propia acción, nuestra propia capacidad de actuar. Blondel, que era católico, fundó un movimiento que llamó "la escuela de la acción" y desarrolló, a nivel epistemológico, una "doctrina del conocimiento activista". El hombre debe creer en su fuerza de acción (Tat-kraft) y actuar. Blondel desarrolló con profundidad esta filosofía de la acción y abandonó progresivamente el pragmatismo original de los norteamericanos; éste habría sidodemasiado "naturalista" y habría carecido de impulso. La acción, en la perspectiva de Sorel, es puramente política y revolucionaria, consecuencia lógica de la voluntad revolucionaria del movimiento socialista y trabajador. Por medio de Sorel, el pragmatismo americano consiguió pasar del socialismo al fascismo mussoliniano, aunque James, por ejemplo, siguió siendo durante toda su vida un valiente demócrata americano. En el fondo, no se puede hacer la ecuación entre pragmatismo y fascismo. Pero se puede constatar, simplemente, una influencia de él, suscitada al principio en Blondel y Sorel.

Del pragmatismo mágico: de Papini a Evola

 

Sin embargo, Papini, desgraciadamente demasiado hoy poco conocido en Francia y Alemania, ha dado una interpretación muy romántica de la doctrina pragmática de la acción en su libro Leonardo. En Italia, la recepción papiniana del pragmatismo americano condujo a la elaboración del "pragmatismo mágico", dónde el hombre pretende ejercer su voluntad sobre las cosas, como si fuese un dios creador (démiurgico). Este magismo - como lo mostré, desgraciadamente demasiado furtivamente, en mi exposición sobre Evola en el Seminario de Viena con motivo del centésimo aniversario de su nacimiento (mayo de 1998) - tuvo una influencia decisiva sobre Julius Evola. Y por ello la influencia del pragmatismo americano sobre Sorel y Evola se ejerció finalmente, de manera indirecta, sobre la "nueva derecha", aunque esta filiación nunca haya sido el objeto de un estudio detenido, lo que lamento vivamente. Desgraciadamente, hoy, las influencias de Blondel y Papini se ignoran completamente, lo que hace a menudo parecer a la "nueva derecha" como un insuficiente corpus doctrinal y fragmentario. Muchos observadores extranjeros a este medio neoderechista buscan continuidades y filiaciones que no encuentran. Porque ningún trabajo, de factura genealógica o arqueológica, ha sido efectuadó con profundidad por la ND sobre su propio corpus.?

Comunitaristas y bioregionalistas


El comunitarismo americano actual es una respuesta a los males de las sociedades modernas o postmodernas de Norteamérica y Europa. Los comunitaristas americanos constatan que los valores fundadores de las sociedades ya no son respetados ni compartidos. El valor cívico, el sentido de la ciudadanía, la solidaridad ya no son posibles. Las fuerzas que ligan a la sociedad son derrotadas por la indiferencia y el relativismo. La criminalidad crece. Razones por las cuales, dicen los comunitaristas americanos, es necesario despertar y restaurar estos valores que ligan a la sociedad. En este sentido, el comunitarismo es una "revolución conservadora". En Europa, los que son seducidos por el comunitarismo americano pueden referirse al sociólogo alemán Ferdinand Tönnies, redescubrir y directamente rehabilitar sus argumentos. La unica diferencia entre ambos es que los comunitaristas americanos hacen frente a una sociedad de masas mucho más establecida que la de Tönnies en su epoca. Los daños antropológicos de la masificacion son mas profundos hoy que a principios de siglo.?

Los biorégionalistas americanos responden a una doble cuestión:? las poblaciones autóctonas del continente norteamericano estaban arraigadas en el medio natural bruto. Los inmigrantes europeos, aparte de los tramperos franceses e ingleses anteriores a la colonización masiva, se instalaron en un territorio, maltrataron a una naturaleza que básicamente su inconsciente colectivo no comprendía. Los problemas ecologicos, que afectan a toda la civilización occidental, hicieron tomar conciencia de las patrias carnales, más allá de los discursos huecos de los todos izquierdistas reciclados en los partidos verdes. La primera fase de la ecología, de la que todavia son prisioneros la mayoría de los partidos verdes en curso de institucionalización, contemplaba una simple protección del medio, hic y nunc, y proponía organizar una defensa del patrimonio natural contra la influencia de las industrias. Más tarde, en una fase más elaborada, los ecologistas tomaron aún más conciencia del factor "tiempo", comprendieron que el tiempo trabajaba detenidamente los paisajes, al igual que los hombres, y que esta temporalidad, esta duración y esta continuidad debían y, siempre que eso sea posible, ser preservadas en su dinámica. En los Estados Unidos, con Kirkpatrick Sale, este movimiento se llamó "biorégionalismo". En Europa, y más concretamente en Italia alpestre, el movimiento se nombra "géofilosofia" (bajo la tutela, en particular, de Luisa Bonesio y de Catarina Resta, y en el marco de la revista Tellus). la geofilosofia italiana, a la cual es necesario añadir el "biorégionalismo" de Eduardo Zarelli, se basa en una voluntad de arraigo (en el pueblo y en la Tierra) de mantener lo más intactos posible los paisajes naturales alpinos y en un enfoque filosófico muy complejo, que combina? la herencia de Martin Heidegger y de Ludwig Klages. Biorégionalismo y géofilosofia tienen por supuesto muchos puntos comunes: son dos enfoques que se destinan al mismo fin.?

 ¿Cual es la influencia de Armin Mohler sobre la cosmovision de la ND? ¿Qué permanecerá de su enfoque en el futuro?

Robert Steuckers : La respuesta a vuestra pregunta es extensa. Muy extensa. Desafía la biografía de Armin Mohler, la historia de su trayectoria personal, que tuvo muchas veces la ocasión de mencionar (en Von rechts gesehen o en Der Nasenring). Vuestra cuestión requeriría todo un libro para ser respondida, aquél que será necesario consagrar algun día a ese hombre asombroso. Creo que Karlheinz Weissmann se prepara a esta tarea. Es el hombre mejor preparado para redactar esa biografía. Primera observación sobre las ideas de Mohler, y en consecuencia sobre su influencia, es que nacen siempre de la experiencia existencial, de lo particular y nunca de fórmulas abstractas o grandes ideas abstractas. Toda la obra de Mohler esta influenciada por este recurso constante a lo particular y a lo vivido, corolario de una crítica sin igual de las ideas abstractas. El prólogo de su Konservative Revolution en Deutschland es muy claro sobre este tema. Para responder sucintamente a vuestra pregunta, diré que la influencia de Mohler viene sobre todo de las recomendaciones literarias que dio a lo largo de su carrera, en particular, en las columnas de la revista Criticón y, a veces en las de la colección Herderbücherei Initiative, dirigida por Gerd- Klaus Kaltenbrunner, colección que no? ha sido reeditada desgraciadamente pero que nos deja una masa impresionante de documentos para construir y precisar nuestras posiciones ideologicas.?

El realismo heroico

La influencia de Mohler que ejerció sobre mi se debe principalmente a que:

1) Me ordenó leer el libro de Walter Hof, DER Weg zum heroischen Realismus.
Pessimismus und Nihilismus in der deutschen Literatur von Hamerling bis Benn (Verlag Lothar Rotsch, Bebenhausen, 1974, ISBN 3-87674-015-0). Hof examina dos grandes períodos de transición en la historia literaria alemana (y europea): el Sturm und Drang al final del siglo XVIII y la Revolución Conservadora al principio del XX. Estos dos tiempos tienen en común que las certezas se hunden. Los espíritus clarividentes de estos tiempos se dan cuenta de que las certezas muertas nunca se sustituirán por nuevas certezas similares, es decir sólidas y tan afianzadas. Las sustancialidades de ayer, en las cuales los hombres se basaban, y que percibían como fuera de ellos, como boyas exteriores que daban seguridad, desaparecen del horizonte. Los pasadistas nostálgicos consideran que esa desaparición conduce al nihilismo. Con Heidegger, los revolucionarios conservadores, que constatan la quiebra de estas últimas sustancialidades, dicen: "la sustancia del hombre, es la existencia". Se lanza efectivamente al hombre (geworfen) al movimiento aleatorio de la vida sobre este planeta: porque no tiene otro lugar donde actuar. Las boyas sustancialistas de antes solo sirven a los que renuncian a combatir, que pretenden escapar del flujo furioso de los hechos desafíantes, que abandonan la idea de decidir, cortar, por lo tanto de existir, de salir de los entorpecimientos diarios, es decir, de la inautenticidad. Esta actitud revolucionaria conservadora (y heideggeriana) favorece, pues, el gesto heroico, la acción concreta que acepta la aventura, el riesgo (Faye), el viaje en este mundo immanente sin estabilidad consoladora. Desde este punto de vista, el "rebasamiento" no es una voluntad de borrar lo que es, lo que es herencia del pasado, lo que molesta, sino una utilización mediata y funcional de todos los materiales que están allí (en el mundo) para crear formas: bonitas, nuevas, ejemplares, movilizadoras. El realismo heroico de los revolucionarios conservadores reside, pues, completamente en la voluntad personal (persona individual o colectiva) que crea formas, que da forma al bruto (Gottfried Benn). Esta definición del realismo heroico por Hof se incorpora al "nominalismo", tal como lo definió Mohler (según su lectura atenta de Georges Sorel) o la concepción "esférica" de la historia, presentada por Mohler en su famosa obra de referencia sobre la "Revolución Conservadora" alemana y por Giorgio Locchi en las columnas de Nouvelle Ecole. Esta concepción "esférica" del tiempo y la historia rompe tanto con la concepción reaccionaria y restauradora de la historia, que describe ésta como cíclica (retorno del tiempo sobre sí mismo a intervalos regulares), como con las concepciones lineales y progresistas (que ven la historia como una marcha hacia lo "mejor" según un esquema vectorial). Las concepciones cíclicas consideran que el retorno de lo mismo es ineludible (forma de fatalismo). Las concepciones lineales devalúan el pasado, no respetan ninguna de las formas forjadas anteriormente, y contemplan un télos, que nos lleva a lo será necesariamente mejor e insuperable. La concepción esférica de Mohler y Locchi implica que hay retornos pero nunca retornos de lo idéntico, y que la esfera del tiempo puede ser impulsada en una dirección u otra por una voluntad fuerte, por una personalidad carismática, un pueblo audaz. No hay pues ni repetición ni regreso a la sustancia inmóvile y ni tampoco una linearidad vectorial que progresa. La concepción esférica admira al creador de la forma, el que trastorma las rutinas y destruye los ídolos inútiles, sin importar si es artista (el Artisten-Metaphysik de Nietzsche) o un terapeuta o ingeniero. Mohler nos sugirió una antropología heroica concreta, derivada, en particular, de su amor del arte, de las formas y de la poesía de Gottfried Benn. Pero, para completar este realismo heroico de Hof y Mohler, añadiría? - también para dar una mayor profundidad genealógica a la ND -? el pensamiento de la acción, formulado por Maurice Blondel, en el que la persona es receptora de fragmentos del mundo, de jugos vitales, decía, y que debe transformarles por medio de la alquimia particular que opera en ella, para realizar acciones originales que desarrollarán y constituirán su ser, obtendrá una "mayor originalidad", una digna intensidad de admiración (la acción, OP cit., p. 467-468).?

El debate realismo/nominalismo


2) Porque inició el debate realismo/nominalismo en una discusion que le oponía al católico Thomas Molnar (Criticón, n°47, 1978). Traduje fragmentos de este debate para la revista neoderechista belga Para un Renacimiento europeo, luego Alain de Benoist reanudó esa discusion en Nouvelle Ecole. La Nueva Derecha manejó la etiqueta autorreferencial del "nominalismo" durante numerosos años. Desgraciadamente, el uso del término "nominalismo" por Alain de Benoist y sus seguidores fue demasiado a menudo inadecuado y, sobre todo, sin referencia a Blondel, Sorel y Papini, mientras que Mohler, especialista de Sorel, conocia muy bien el contexto de la utilizacion de ese termino. ¡La crítica católica de la ND tuvo el merito de destacar la insuficiencia del "nominalismo" medieval, en tanto que fue el origen del individualismo y el liberalismo posteriores, que de Benoist rechazaba! La nueva derecha así se estancó, dando nacimiento a un diálogo de sordos, donde se ignoraba la posición de Blondel, a ese católico, doctrinario de la acción por la acción. Un día se lanzó un verdadero debate sobre el nominalismo en una "conferencia federal de los responsables" del GRECE, realizada en la región de Lyon, en Francia. Ese día, Pierre Bérard critico el mal uso del término "nominalismo" en las filas de la ND, basandose en las tesis de Louis Dumont que ? - resumo muy esquemáticamente -? deplora la erosión de los lazos comunitarios bajo los ataques de una modernidad a la vez intelectual (consituida por la filosofia de la Ilustración), industrial y moral. Tenía razón. Pero al oir esta brillante argumentación, de Benoist entró en cólera y abandono la sala, con un comportamiento bastante pueril. Bérard, pese a sus títulos y a su preparacion, fue tratado como un alumno irrespetuoso. Modesto aceptó, en nombre de la disciplina (!) de grupo, abdicar su papel de universitario crítico, para dejar el campo libre al periodista sin calificaciones académicas que fue de Benoist. Algunos años más tarde, de Benoist se acerco, no obstante, a las posiciones de Bérard, y las hizo suyas, pero sin nunca explicar a sus lectores, de manera precisa, como ocurrio esta importante transición, entre una primera interpretación torpe del "nominalismo", dejando por medio un buen numero de ambigüedades, y la defensa de las diferencias (pues de las particularidades contra las grandes ideas abstractas), que implicaban la crítica del individualismo de las Luces, según el método de Louis Dumont. Para volver de nuevo a la parte fundamental de esta parte de mi respuesta, en cuanto al "nominalismo", Mohler nos enseñaba en un artículo de Criticón (n°47, op. cit.)?

- a desconfiar de las concepciones demasiado rígidas del "Orden" o de la "Naturaleza", como las que la escolástica y el racionalismo (cartesiano o no) habían avanzado.?
- a abandonar el "mar muerto de lass abstracciones" para entrar en "las tierras fértiles de lo real con sus irregularidades, sus imprevisiones y sus sorpresas",?
- a concebir toda alteridad como alteriddad en sí, como alteridad autónoma, más allá del "bien" y del "Mal",? como todas las gestiones que vuelven a dar al hombre su carácter aventurero, por lo tanto su dignidad.? Hay en todos los textos de Mohler esa aspiración insaciable hacia una libertad plena y completa, no una libertad que se traslada de las cosas concretas para volar hacia empíreos sin carne y sin grosor, sino una libertad de trabajar (gestalten, prägen) algo en la inmensa riqueza immanente del mundo, del aqui y del ahora, sin ocuparse de las amonestaciones de los filósofos de salón, siempre dogmáticos y polvorientos, que se reclaman en la escolástica medieval o en una modernidad racionalista.?

El "sí" a lo real de Clemente Rosset

3) Porque animó a Clemente Rosset (Criticón, n°67, 1981), que había descubierto algunos años antes, hace veinte años, en la antinaturaleza y la lógica de lo peor, dos obras que muy profundamente le influenciaron . Mohler saludaba en Clemente Rosset al filósofo que decía "sí" a lo real (Bejahung des Wirklichen), criticando los pensamientos que mantenian la existencia de otro mundo, que habría precedido o que seria el verdadero mundo. En el retrato que crujía de Rosset, Mohler arriesgaba un deseo: ver esta apología verdadera de la realidad a ser el fundamento filosófico e ideológico de una "nueva derecha", finalmente capaz de deshacerse de todo lastre incapacitante.

La crítica del Occidente de Richard Faber, católico de izquierdas


4) Porque llamó mi atención sobre la importancia de los trabajos de Richard Faber, profesor en Berlín y crítico amargo de las visiones históricas de las derechas alemanas (véase Criticón, n°90, 1985; de Robert Steuckers, "Occidente: concepto polémico", Orientaciones, n°5, 1984). Para Faber, católico de izquierdas, es necesario universalizar el catolicismo, arrancarlo de sus raíces romanas, paganas y oficiales. ¡Es lo contrario de nuestra posición, lo contrario del catolicismo de un Carl Schmitt! Pero la documentación explotada por el profesor berlinés era tan abundante que completaba provechosamente la obra principal de Mohler, lo que reconocía de buen grado y deportivamente. El trabajo de Faber permitía una crítica del concepto de Occidente, en particular, de la voluntad americana de retomar el papel de la Roma imperial, poniendo a la vieja Europa bajo su tutela. Faber criticaba por allí algunas posiciones de Erich Voegelin, que proponía combinar sus opciones católicas conservadoras, pro-caudillistas, con la tutela americana en el marco de la alianza atlántica de la OTAN. Aunque no tenga en absoluto la misma óptica, la crítica del Occidente por Faber debe ponerse en paralelo con la de Niekisch, que era a largo plazo, una nueva alianza germanorrusa, actualización del tándem Rusia-Prusia de fines de la era napoléonica.

La mirada de Panayotis Kondylis sobre el conservadurismo

5) Porque animó a los lectores de Criticón, luego, más tarde, de Junge Freiheit, a leer atentamente la obra de Panayotis Kondylis sobre el conservadurismo (Criticón, n° 98,.1986; Robert Steuckers, "es necesario informar al pleito de las derechas!", en Querer, n°52-53, 1989, sobre P. Kondylis, v. p. 8). El enfoque del conservadurismo que se encuentra en la obra de Kondylis es fundamentalmente diferente al de Mohler, en el sentido de que Kondylis considera que la base del conservadurismo ha desaparecido porque la clase de los aristócratas latifundistas desapareció o ya no es bastante potente y numerosa para para tener un peso político determinante. Mohler aceptó y asimiló las posiciones de Kondylis: reconoce la crítica del pensador griego que mantiene que todo conservadurismo post-aristocrático no es más que un estetismo (pero para Mohler, esto " no es una injuria!), sobre todo si no defiende la sociedad civil contra la influencia disolvente del liberalismo. Debe haber la obligacion, en toda la "derecha" no conformista de defender al pueblo real, es decir, a la sociedad civil contra las instituciones basadas en abstracciones filosóficas, pues, porque denegan la libertad. Gran mérito de Kondylis, concluía a Mohler: "Su encanto intelectual consiste precisamente en esto:" nos presenta los conceptos y las ideas que trata en sus concretos antecedentes ".

Wolfgang Welsch y el postmodernidad

6) Porque nos aconsejó leer las obras de Wolfgang Welsch sobre la postmodernidad (véase Criticón, n°106, 1988; de Robert Steuckers, "la génesis del postmodernidad", querer, n°54-55, 1989). Con mucha razón, Mohler constata que Wolfgang Welsch da a sus lectores un hilo de Arianna para situarse en la selva de los conceptos filosóficos contemporáneos, a menudo bastante indeterminados e incomprensibles. Es más, Welsch logra una interpretación "afirmativa" del fenómeno postmodernista, que nos permite abandonar alegremente la prisión de la modernidad. El postmodernismo de Welsch, revisado por Mohler, no es ni una antimodernidad radical y rebelde ni una transmodernidad, sino otra modernidad que se libera de los límites y rigorismos anteriores. El postmodernismo rechaza la "Mathesis Universalis" tan querida por Descartes. Luego de Jean-François Lyotard, no cree ya en los "grandes relatos" que prometían una unificación-universalizacion del mundo bajo los auspicios de una sola ideología racionalista. Este doble rechazo corrobora por supuesto las eternas intuiciones de Mohler. Y lleva, demás, el sello de Nietzsche.?

Georges Sorel: referencia constante

7) Finalmente porque incansablemente nos invitó a releer a Georges Sorel y a explorar el contexto de su tiempo (Criticón, n°20, 1973; n°154, 1997; n°155, 1997). Sorel, que a veces fue llamado el "Tertuliano de la revolución", era alérgico al racionalismo estrecho, a los pequeños cálculos políticos que realizaba la social-democracia. A este espíritu de tendero, llevado por una ética eudémonista de la convicción y por una voluntad de excluir de las memoria todos los grandes impulsos del pasado y de borrar sus rastros, Sorel oponía el "mito", la fe en el mito de la revolución proletaria. La ética burguesa, a pesar de su pretensión de ser racional, ha conducido a la desorganización e incluso a la desagregación de las sociedades. Ninguna continuidad histórica y oficial es posible sin una dosis de fe, sin un impulso vital (Bergson!). Básicamente, cuando Sorel desafía a los socialistas aburguesados de su tiempo, sugiere una diferente antropología: el racionalismo corta lo real, lo que es malsano, mientras que el mito casa los flujos. El mito, indiferente a todo "final" tomado como definitivo o creado como ídolo, es el núcleo de la cultura (de toda cultura). Su desaparición, su rechazo, su inutilización conducen a una entropía peligrosa, a la decadencia. Una sociedad obstruida por el filtro racionalista resulta incapaz de regenerarse, de dibujar y despertar sus propias fuerzas en su relato fundador. La definición soréliana del mito prohíbe pensar la historia como un determinismo; la historia es hecha por raras? personalidades que la impulsan en ciertas direcciones, en períodos axiales (Armin Mohler reanuda la terminología de Karl Jaspers, que Raymond Ruyer utilizará a su vez en Francia). La vision mítica de las personalidades que la impulsan y de los períodos axiales es la concepción "esférica" de la historia, propia de la ND.
 
 ¿Durante estos 30 últimos años, la visión neoderechista sobre Rusia cambió considerablemente? ¿Cómo?

Robert Steuckers : En los años 60 y 70, Rusia era casi inexistente en el pensamiento neoderechista (más exactamente; en las instancias, corrientes, movimientos, clubes, etc que precedieron a la ND propiamente dicha). Se imaginaba en Europa Occidental que la división de nuestro subcontinente iba a durar más de un siglo. Nadie emitía la hipótesis del hundimiento del sistema soviético. Amalrik era original cuando publico su famoso libro profético: ¿La URSS sobrevivirá a 1984? La mayoria tomaba sus tesis en broma. ¡Pero un año después de 1984, la perestroika comenzaba! Rusia se consideraba en aquella época como "oriental", como portadora de un "despotismo oriental" (Wittfogel, Toynbee), enfrentada definitivamente a un "Occidente" que se consideraba como quintesencialmente "liberal". Por otra parte, los cenáculos católicos evolucionaban hacia el progresismo cristiano (por un camino ideológico insípido) o hacia un occidentalismo duro que les llevaba a aceptar la tutela americana sobre Europa y América Latina, donde Washington jugaba, en esa situación puramente artificial y propagandista, el papel de "brazo armado secular" de una nueva Roma vaticana en lucha contra la hérejia greco-moscovita. La Iglesia proseguía así su lucha contra lo que creía que era una encarnacion laica y materialista de la "hérejia bizantina". Esa separación ha existido siempre: no es una casualidad que Samuel Huntington, en el choque de las civilizaciones, tome en cuenta la división de Europa entre un "Occidente" protestante/católico y un "Oriente" ortodoxo- bizantino, esperando sin ninguna duda explotar en Europa algunos prejucios católicos antibizantinos, para movilizarlos contra un posible despertar de Rusia, bajo el signo de una mezcla de ortodoxia y post-comunismo militarizado.?

Dostoïevski y Moeller van den Bruck

En el marco limitado de la ND francesa, el redescubrimiento del factor "Rusia", y su valorización positiva, se desarrolló en varias etapas. Al final de los años 70, Alain de Benoist lee una traducción no publicada de una obra consagrada a la personalidad y la obra de un precursor y fundador dela corriente revolucionario-conservadora alemana, Arthur Moeller van den Bruck. Un profesor reputado había redactado la obra: el alemán Schwierskott. Un militante desconocido había realizado una traducción de este libro para el responsable de la ND parisina. Moeller van den Bruck, como es sabido, había apostado por una alianza Germanosoviética después de Versalles, para reducir a? la nada los obstáculos impuestos a Alemania por Clemenceau y Wilson. Extraía sus argumentos del Diario de un escritor de Dostoïevski, cuya traducción al aleman habia realizado. Dostoïevski, al analizar el conflicto y los resultados de la Guerra de Crimea, había demostrado la hostilidad fundamental del Occidente, orquestada por Inglaterra, contra Rusia, que pretendía contenerla sobre las orillas septentrionales del Mar Negro. El liberalismo, ideología de países ricos, no era más que una peligrosa subversión para los países que todavia no se habian desarrollado o que habían conocido una derrota histórica (Moeller van den Bruck hacía directamente un paralelo con la Alemania de Weimar).?

El estudio de Schwierskott, introducido en la ND parisina gracias al traductor que continua siendo desconocido - y por - Alain de Benoist, reveló al público neoderechista las potencialidades inmensas de una alianza eurorusa o eurosiberiana (como dirá Guillaume Faye más tarde), constituida más allá de la ideología comunista-soviética. Siendo fiel a la herencia de la revolución conservadora, al referirse a uno de sus padres fundadores, se podía justificar, sin traicionarse, la necesidad de un pacto no simplemente Germanosoviético, sino eurosoviético. Por su parte, Armin Mohler, en dos "retratos" de escritor para la revista Criticón, describio la parte fundamental del pensamiento y los planteamientos de Ernst Niekisch, otro animador (excomunista y ex-miembro del Gobierno de la republica sovietica de Baviera) de la alianza Germanosoviética bajo Weimar, y del géopolitologo Karl Haushofer, que mantenia el proyecto de un "bloque continental", una alianza entre Alemania, Italia, la URSS y Japón (Molher me había dado la misión de resumir estos dos artículos capitales en la revista Para un renacimiento europeo, el boletín de Georges Hupin, entonces Presidente del GRECE- Bruselas). La triple influencia de Moeller van den Bruck, Niekisch y Haushofer hizo que la ND revisase sus posiciones iniciales, que eran occidentalistas (WACL, participación en la prensa del grupo Bourgine, etc), como por otra parte todos los planteamientos del mundo que se clasificaba, erróneamente o con razón, de "derechas" en la Francia pompidoliana y giscardiana.?

Ruptura con el americanismo: de Phnom Penh (1966) a Nouvelle Ecole (1975)

Una ruptura ya había ocurrido en 1975, con la publicación de un número bastante copioso de Nouvelle Ecole, impulsado por Giorgio Locchi (alias Hans- Jürgen Nigra) y consagrado a una crítica apretada del americanismo (la versión alemana de esta crítica aparecio en forma de libro, Europas missratenes Kind, en una colección de la editorial Herbig de Munich). Esta crítica italofrancesa del American Way of Life se perfilaba sobre un fondo de gaullismo post-gaullista (el General había muerto en 1970), en el que algunos movimientos franceses intentaban mantener un tipo de neutralismo a la francesa, en fidelidad a los famosos discursos de Phnom Penh (1966), dónde Charles de Gaulle intentaba colocar Francia como campeona de los No Alineados, ante el duopolio impérialista Washington/Moscú, de Gaulle animaba una voluntad de rechazo frente a los Estados Unidos. Esta opción solo era posible, concreta, si se ignoraban los tópicos de la propaganda antisoviética y secretamente rusofoba, si se restablecía la práctica de las relaciones bilaterales entre Estados soberanos (y no entre bloques), deseo de la diplomacia soviética de Stalin a Brejnev. Además, esta voluntad de rechazo se acompañaba de una voluntad de liberar a Francia (y al resto de Europa) del yugo cultural americano, impuesto desde 1948 al Gobierno francés de Léon Blum, a cambio de los fondos del Plan Marshall, necesarios para reconstruir al país después de los combates de la segunda Guerra Mundial. Se olvida demasiado a menudo que para obtener los fondos de este Plan, Francia debió someterse a las bifurcaciones de un diktat americano, que impuso elevadas cuotas de películas americanas en las salas de cine francesas.

La guerra cultural y la Europa colonizada

Al mismo tiempo, el profesor Henri Gobard, lingüista y especialista de Nietzsche, publica en la casa editorial de la ND, Copérnic, un pequeño libro que es un manifiesto impetuoso y corrosivo contra la "usaficacion" (la guerra cultural. Lógica del desastre, 1979). En este libro, Gobard denunciaba la descomposición y la putrefacción de la cultura bajo los ataques del economismo y el americanismo. Este proceso era una guerra cultural: "la guerra cultural ataca la cabeza para paralizar sin matar, para conquistar por medio del empudrecimiento y enriquecerse con la descomposición de las culturas y los pueblos". El instrumento de esta descomposición era el flujo sin cesar de información cultural americano que invadía los mercados europeos del ocio, marginalizando definitivamente las producciones culturales locales.?

El año siguiente, Jacques Thibau se comprometía a su vez en el combate, publicando la Francia colonizada (Flammarion, 1980). Para él, la guerra cultural hacía oscilar los Europeos hacia una representación mítica de América, presentando a ésta como el paradigma de la modernidad y devaluando ipso facto a todas las demás culturas como arcaísmos, listas para una desaparición ineludible o incluso merecida. Los américanofilos desarrollan en este contexto el complejo del colonizado, que pretende deshacerse de sus oropeles ancestrales. Por medio de la ofensiva de Hollywood y Disneylandia, el imaginario de los Franceses (y de otros Europeos, Africanos, Asiáticos) se veía colonizado, mientras que al nivel hard de las tecnologías de punta, los Estados Unidos organizaban la dependencia de sus aliados, conectando los primeros ordenadores en sus redes, poniendo su mano sobre las señales de las comunicaciónes futuras, aprovechando que los presupuestos de investigación eran reducidos en Europa. Concluía, al contrario de los soberanistas actuales: "Europa y Francia, un mismo combate!". Reclamaba una firmeza europea ante la voluntad americana de mantener el continente en estado de subordinacion. Thibau apostaba por un binomio francogermano (reactualización de la alianza de Gaulle-Adenauer), que sería el núcleo de la futura Europa independiente, que habría empezado una Ostpolitik, es decir, negociacion con la URSS o con otros Estados del bloque socialista, conduciendo a largo plazo a una neutralidad europea en la guerra de los bloques. Thibau era próximo al Ministro francés de Asuntos Exteriores, Michel Jobert, futuro préfaciador del libro Nuevo Discurso a la Nación europea de Guillaume Faye, publicado en 1985, desgraciadamente, la debilidad moral y las vista corta del personal político europeo redujeron estos proyectos a la nada.?

En la órbita de las derechas francesas en los años 70, verdadero hervidero de ideas divergentes proscritas por la ofensiva sesentayochista, se asistió a una transcision: mientras que una buena franja de la derecha liberal y/o nacionalista, hostil a Gaulle y sacudida por la aventura del OAS en Argelia, tenía una fuerte tendencia al occidentalismo y se mostraba favorable a la alianza americana porque de Gaulle había retirado a Francia de la OTAN, una facción européista, de la que formaban parte algunos cenáculos que anticiparon a la ND, se acercaba a algunos de los ideales políticos gaullistas (y no del gaullismo histórico y político que seguía despreciando), porque de Gaulle, en los años 60, se había enfrentado a los Estados Unidos, principal potencia hegemónica en Europa Occidental. Este européismo es seguramente el núcleo fundamental de la ND, ya que, posteriormente, incluso en su fase actual, no se adhirió al neonacionalismo del PEN en los años 80 y 90 ("un repliegue sobre el búnker nacional", decía de Benoist) ni al nuevo entusiasmo "soberanista" de estos cinco últimos años (que se reclama bastante a menudo en de Gaulle, con personalidades como Reguis Debray, Chevènement, Coûteau, Galés, Seguin, Pasqua, parcialmente de Villiers, etc). La transcisión de Benoist, antes mas cercano a los medios del OAS antigaullistas a principios de los años 60, hacia una opción neogaullista, seguramente se debe a la influencia de Mohler, partidario de una reconciliación francogermana (Adenauer/de Gaulle, 1963), cuyo objetivo final consistiría en escapar a la lógica binaria de Yalta (cf. in: Von rechts gesehen, "Chicagoer Konferenzpapier über den Gaullismus",? traducida al ingles, y "Charles de gaulle und die Gaullismus"). Pequeña observación relativa a vuestra pregunta: los Alemanes no conformistas deberían saber claramente que las posiciones antioccidentalistas, neogaullistas y antiamericanas que de Benoist tomó durante su carrera encuentran su orígen en los trabajos de Mohler. Sin el impulso de Mohler, cuyas observaciones eran de una claridad límpida, de Benoist habría seguido salpicando en un tipo de occidentalismo de derechas, mezcla de John Wayne y el nacional-liberalismo conservador francés, influenciado por la salsa de la IV República, o por la salsa de Bourgine. Es necesario decir también que de Benoist no hizo mucho para profundizar y ampliar los proyectos de política internacional de Mohler: su miedo de la historia le impide formular un pensamiento geopolítico fuerte, discutido y coherente.?

Yanov, crítico de las "nuevas derechas" neoslavofilas soviéticas

Para volver de nuevo a Rusia, recuerdo todavia la contribución directa de Wolfgang Strauss, en la aparición de una rusofilia neoderechista. En un artículo de Criticón, en 1978, consagrado al renacimiento eslavofilo en la literatura y el cine rusos de la segunda mitad de los años 70 (Belov, Raspoutine, etc.), éste observador atento de los movimientos de ideas en Rusia, atrae la atención de sus lectores sobre la obra de un disidente liberal emigrado en California, Yanov (Janow). Este último, hostil a los neoeslavofilos, demuestra que el mundo intelectual ruso no se divide en dos campos, el del régimen y el de la disidencia, sino que el eslavofilo nacionalista y gran-ruso está presente en los medios del régimen como también en la disidencia, y que el occidentalismo racionalista (marxista o liberal) tiene también sus apologistas dentro del regimen y sus disidentes. Cuatro corrientes ideologicas cruzaban por lo tanto a la URSS: los régimistas eslavofilos, los régimistas marxistas occidentales, los disidentes liberales-occidentalistas y los disidentes eslavofilos y nacionalistas. Resumí el artículo de Strauss para el boletín de la antena belga del GRECE (para un renacimiento europeo dirigido por Georges Hupin) y nuestro grupo de estudio inmediatamente encargó una buena docena de ejemplares del libro de Yanov (Janow), con el fin de familiarizarnos con los múltiples aspectos del pensamiento ruso, de los eslavofilos del siglo XIX a los neoslavofilos de la era Brejnev. Más tarde, Alain de Benoist, presentó la obra de Yanov (Janow) en las columnas de Figaro-Magazine. Nuestra opinión era, por supuesto, reconciliar a los eslavofilos régimistas y disidentes contra los esfuerzos de los occidentalistas, cualquiera que sea su campo, con el fin de materializar una Rusia hostil a la hegemonía cultural, económica y militar de los Estados Unidos. Para nuestro pequeño grupo de reflexión, en Bruselas, la idea fundamental era defender la identidad rusa y la fidelidad a la aventura geopolítica de la Rusia de los Zares y la Soviética en Asia Central y en el Cáucaso, en Siberia y contra los encierros de China, por solidaridad graneuropea, o incluso eurosiberiana. Alain de Benoist, después de su artículo sobre el trabajo de Yanov (Janow) en Figaro-Magazine y después de un numero sobre la Rusia eterna (a pesar del comunismo) en Eléments, no ha adoptado posiciones claras sobre el tema, seguramente porque la historia rusa, al igual que los demás grandes temas históricos, no le interesa. Este desinterés? - y en consecuencia esta laguna intelectual - explica la hostilidad actual de Alain de Benoist y su secretario, Charles Champetier, a los brillantes proyectos geopolíticos de un joven autor como Alexandre Del Valle, que se esfuerza, con un innegable brío, en establecer una respuesta europea, sólida y coherente, a los proyectos americanos de Zbigniew Brzezinski, expuestos en The Grand Chessboard (1996). Esta vigorosa desviación de nuestro pensamiento alternativo hacia una Realpolitik planetaria le valió a Del Valle el odio duro de de Benoist/Champetier que quiere reducir a la ND a un agradable club de sociólogos aficionados, manejando con un snobismo risible conceptos huecos y poco pertinentes. El antiamericanismo de Benoist y algunas raras expresiones de rusofilia que se encuentra al compás de sus artículos y reflexiones no están motivados por la Realpolitik sino por un estetismo onanista y anticuado, finalmente muy estéril y muy desencarnado. ¡Un pensamiento de la impotencia! ¡Triste épilogo!

1981: la exposición sobre Prusia en Berlín

En el marco de la ND, la exposición de 1981 en Berlín sobre la historia Prusiana desempeñó un papel no desdeñable en la sustitucion de la geopolitica implícita del movimiento por una determinada rusofilia. Los trabajos de Peter Brandt (hijo de Willy Brandt), de Wolfgang Venohr, de Bernt Engelmann, de Christian von Krockow y de Sebastian Haffner hicieron tomar conciencia a una extensa franja de la opinión pública alemana que el destino vinculaba a Alemania con Rusia. En el campo nacionalista, los trabajos de Gustav Sichelschmidt, Wolfgang Strauss, Ernst von Salomón, Berthold Maack, Helmut Diwald y Joachim Fernau borraron también los últimos reflejos pro-americanos. La abundancia de la literatura sobre Prusia asombró a de Benoist, inicialmente. Se recordaba la amistad de Voltaire con Federico II (señalada por Haffner y Venohr). Básicamente, más allá de un determinado entusiasmo estético por el arte clásico Prusiano (Gilly, Schinckel, von Klenze) o por el temible arte militar de los funcionarios de Federico II, los neoderechistas franceses se daban cuenta, siguiendo a los estrategas y diplomáticos franceses de 1870, que la profundidad estratégica de una alianza ruso-prusiana volvía a la fortaleza Europa invencible. Contrariamente a los artesanos de la "venganza" francesa entre 1871 y 1919, algunos neoderechistas franceses, influenciados por la geopolitica, como Faye, proponían, una opción europeísta radical, y añadir la masa territorial del Hexágono y la fuerza atómica francesa a este bloque potencial, en la exposición berlinesa sobre Prusia. El bloque entonces se habría extendido del Atlántico al Pacífico.?

Después de la exposición de Berlín, Alemania conoce la ola del "nacional-neutralismo", dónde un conjunto impresionante de escenarios geopoliticos futuros son elaborados por hombres y mujeres venidos de todos los horizontes ideológicos, con el fin de abandonar el callejón sin salida del duopolio de Yalta y la división alemana. Cada uno estos de escenarios debe obviamente tener en cuenta un hecho histórico principal: las propuestas de Stalin en 1952, que previan la reunificación de Alemania a cambio de su neutralidad, lo que habría restaurado más o menos la neutralidad benévola de Bismarck en los conflictos que oponían a Rusia al Oeste (Guerra de Crimea). Los debates alemanes de antes de la perestroika forzaron a releer los Tratados, a explorar su génesis, ya a no razonar, en política, en términos de ideología. En pleno debate sobre la instalación de los misiles y sobre la utilidad de la OTAN ("una bomba de efecto retardado" decía a Alfred Mechtersheimer en la época), publiqué un numero de Orientations (n°3, 1982) y entregue una conferencia al Círculo Héraclito de París, reservada a los cuadros del GRECE. En 1986, en el coloquio anual de esta asociación neoderechista, enumeré y comenté los proyectos de neutralidad (sin desarme incapacitante) a nivel europeo. No obstante, este tema, tan importante y crucial, no se abordo mas que superficialmente en el marco de la ND francesa, contrariamente a lo que pasaba al mismo momento en Alemania, en particular, en las columnas de la revista Wir Selbst de Siegfried Bublies. Nunca he dejado de deplorarlo.

El viaje a Moscú

 

En los últimos días de marzo y los primeros días de abril de 1992, cuando me he encontrado al lado de Alain de Benoist, por la invitación de Alexandre Duguin, en Moscú para responder a las preguntas de la prensa rusa y luego a las de Guennadi Ziouganov y de Edouard Volodine, debí bien constatar que el líder de la ND francesa esquivaba sistemáticamente las preguntas relativas a la historia diplomática europea, a los Tratados, a las implicaciones de la Guerra de Crimea, etc, mientras que estas preguntas interesan o incluso apasionan a los Rusos. Un grupo de tres jóvenes redactores de Nach Sovremenik deseaba explicaciones sobre la posición de los NDs de Europa Occidental sobre la eterna cuestión balcánica, después de los acontecimientos violentos de Eslovenia y Croacia en 1991-92. Una respuesta razonable requería de recapitular las cláusulas y condiciones de los distintos Tratados de la historia reciente, y arreglar los frágiles equilibrios y desequilibrios balcánicos y del Danubio (Tratado de San Stefano de 1878, Tratado de Berlín del mismo año, Versalles, contencioso entre Húngaros y Rumanos, normativa de la navegación sobre el Danubio con o sin participación rusa/soviética, etc). Nuestros interlocutores rusos tenían la intención de volvernos a sumergir en la historia, voluntaria o forzadamente, y no esperaban de recibir nosotros un ingreso milagroso al método de información occidental, a un abanico de ideas todas hechas que no solucionaban ningún problema. Es gracias a una lectura atenta y regular de los volúmenes de la revista Forschungen zur osteuropäischen Geschichte, publicado en Wiesbaden por el editor Otto Harrassowitz que pude participar en este debate. Alain de Benoist, manifiestamente, no deseaba hacer esa zambullida en la historia. Ya no se que preparaba allí. El hombre tiene en la cabeza una cantidad de ideas, muy bonitas pero completamente desencarnadas. La historia no le interesa.

De ahí su pánico un año más tarde cuando ha estallado el famoso escandalo parisino de la alianza "roji-parda", dónde fue la principal cabeza de Turco de un grupo de periodistas sensacionalistas. No se trata, de hacer a la ideología, roja, parda, verde, azul o amarilla, sino de recapitular la historia europea por medio de una lectura atenta de los Tratados que la han jalonado, y eso, en un momento en que Europa realmente habría podido hacer un salto cualitativo decisivo. Aunque la guerra del Golfo, en enero-febrero de 1991, ya había probado ampliamente la pasividad geopolítica de Europa y su servilismo respecto a los Estados Unidos. Cuando, con Michel Schneider, Christiane Pigacé, Ramon Colin, Jacques Marlaud y algunos otros, intentamos establecer una respuesta al reto geopolítico americano en las columnas de la revista Nacionalismo y República, Alain de Benoist no ha encontrado nada más inteligente que empezar una campaña obstinada de calumnias y dénigracion contra este nuevo órgano de prensa. Me negué a dejarme embotar por esa empresa; Jacques Marlaud, él capituló y? por dinero contaba las patrañas que hacía circular de Benoist. Al parecer, las razones del responsable de GRECE eran de carácter vilmente comercial: ¡Nacionalismo y República constituía una competencia para su revista! ¡Se tienen las ambiciones que se pueden! ?

En resumen,? el factor "Rusia" fue abordado por la ND parisina al principio por medio de un redescubrimiento de Moeller van den Bruck y, por consiguiente, de las tesis enunciadas por Dostoïevski en su Diario de un escritor; a continuación, desde el plan realpolitisch,? - que desgraciadamente no ha sido pensado sistemáticamente y hasta el final por el responsable de la ND parisina, al contrario de Mohler, -? la revalorización de este factor "Rusia" era la respuesta adecuada a la influencia de la tutela americana, cuya guerra cultural es uno de los aspectos principales. La rusofilia de inspiración moelleriana-dostoïevskiana permitía hacernos permanecer en el seno del pensamiento conservador-revolucionario, de no oscilar a una clase pseudomarxismo oportunista (como sucedio con algunos elementos del "gaullismo de izquierdas") y de responder al reto americano desde la historia real y trágica de Europa y Rusia.?

¿Cuáles fueron los cambios políticos, filosóficos y culturales en la ND durante estos 30 últimos años?

Robert Steuckers : La ND es un caleidoscopio multicolor donde numerosos ingredientes entran en juego, responder a vuestra pregunta exigiría todo un libro. En resumen, veo esencialmente, en la trayectoria de los que harán la ND en París en los años 60,70 y 80, dos rupturas. La primera, impulsada por Giorgio Locchi (alias Hans- Jürgen Nigra) y Guillaume Faye, adoptada a posteriori por Alain de Benoist, que consiste en una ruptura con el americanismo y el occidentalismo. Tuvo lugar en 1975-76, con un numero de la revista Nouvelle Ecole sobre América y un número de la revista Eléments, titulado "para terminar con la civilización occidental". Desde estos dos números, los temas antiamericanos y antioccidentales son recurrentes en la ND francesa. La segunda ruptura data de finales de 1988, en un coloquio consagrado al bicentenario de la revolución francesa, donde, en su intervención, de Benoist, después de una lectura atenta de los trabajos del filósofo alemán Heinrich Meier sobre el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau, abandona una de las características fundamentales de las derechas francesas, que había compartido hasta entonces: el antirouseauismo.?

¿Que decir retrospectivamente de estas dos rupturas? ?

La primera conduce ya no a definirse en Occidente, es decir, en el complejo Europa + América nacido en 1945, que Guillaume Faye llamara un poco más tarde la "américanosfera". La ND ya no se reconoce en el Occidente moderno sino en una Europa, que disocia de este Occidente. Al hacer hincapié en este concepto de Europa, y en la herencia indoeuropea, matriz de esta Europa, autoriza una apertura al espacio siberiano ruso, extensión hacia el Levante de este mismo hecho europeo fundamental, mucho más antiguo que los limites geograficos demarcados por las ideologías modernas materialistas resultantes de las Luces, responsables de la ruptura con Rusia. Al rechazar las ideologías modernas, apuesta por la política pura, al mismo tiempo en el sentido tradicional y aristotéliano del término, que el liberalismo y el americanismo (forma extrema) quieren suprimir en nombre del moralismo y el economismo, dos orientaciones que la URSS no conocía en la era de Brejnev.

Rousseau, Herder y Pestalozzi

La segunda permite abandonar todos los avatares del individualismo liberal y occidental. Pero, si el recurso a Rousseau mediante las interpretaciones de su obra que dió Heinrich Meier, es interesante de señalar y analizar en la evolución de Alain de Benoist, este planteamiento permanece incompleto, un tanto incoherente respecto a su antirousseauismo inicial. Si comparto en líneas generales el razonamiento de Meier y de Benoist en esta re-apropiación de Rousseau, considero que un rousseauismo neoderechista permanece como una incongruencia en el espectro de las derechas francesas, donde de Benoist se ve obligado a inscribirse, con riesgos de perder a su público, su mantillo, etc, para ir a girar "a otra parte" sin zócalo, impalpable. Al anexar y al volver a copiar los trabajos de Meier, de Benoist traslada Rousseau del contexto de su tiempo, donde algunos de sus discípulos o lectores pueden embalar y efectivamente consolidar el apparatus ideológico de la ND. Quiero hablar de Herder y Pestalozzi. No se puede hablar de los aspectos positivos de Rousseau, en una perspectiva ND, sin mezclarlos estrechamente a la herencia que nos lego Herder. Y a los proyectos pedagógicos coherentes de Pestalozzi.?

En 1981, cuando trabajaba en la redacción de Nouvelle école con Alain de Benoist, había sugerido la publicación de un largo artículo sobre el pensamiento pluralista y différencialista de Herder, resumen de las tesis de su traductor francés Max Rouché y de su exegeta inglés F. M. Barnard (Herder's Social and Political Thought.
From Enlightenment to Nationalism, Clarendon Press, Oxford, 1965). No se acepto esta sugerencia. Fue rechazada con un aire desdeñoso por parte de Benoist. Efectivamente, nunca la ND se ha inspirado directamente en Herder, pese a que es el padre de los enfoques différencialistas en materias de culturas en la Europa entera. Esta laguna le ha hecho ignorar un gran número de temas en los que se inspira o cree que (ré)inicia la Revolución Conservadora alemana, heredera directa de las interrogaciones de Herder al final del siglo XVIII. A continuación, la antropología de Arnold Gehlen en la que se reclama de Benoist en el libro Les idées à l'endroit? (anexándose pura y simplemente una memoria de final de estudio de Pierluigi Locchi, el hijo de Giorgio Locchi), es directamente tributaria de la definición herdériana de la cultura, como lo explica él mismo Gehlen en su Anthropologische Forschungen. Cuando he sugerido un número de Nouvelle école sobre la antropología filosófica, apoyandome sobre este texto de Gehlen, donde este último enumera todas sus fuentes, no obtuve respuesta. Mi objetivo consistía en publicar en ese numero de Nouvelle école cortas monografías sobre los fundadores de la antropologia filosofica que habría sido necesario combinar con artículos sobre los temas principales de este aspecto bien particular de la filosofía, tomando, esta vez, apoyo sobre los trabajos de Hans- Georg Gadamer? (cf. DTV-Thieme, Philosophische Anthropologie, Bd. 1 & 2, nr. 4074 & 4148). ¡Cuando he hablado a Benoist, era como si le había hablado hacer un número de Nouvelle école sobre la geología del planeta Plutón!

Herder: diversidad concreta, autarquia cultural, pluralismo de valores!

Herder es el filosofo de la diversidad concreta de la historia y del ideal de la autarquia cultural, él es el ancestro directo del politeismo de los valores, que la ND pretendia restaurar, notablemente por medio de su reivindicacion pagana. Herder, en Otra filosofia de la historia (Auch eine Philosophie der Geschichte), rechaza todos los modelos ecumenicos y las verdades unicas universales, que tienden a imponerse por la voluntad o la fuerza a la humanidad entera. Herder nos da todos los argumentos filosóficos para oponernos a los pensamientos unicos y, por consiguiente, a la political correctness que se pretende dominarnos desde San Francisco a París, y de París a Sidney.

La pédagogía de Pestalozzi


En cuanto a Pestalozzi, creó una pedagogía que pretende adaptarse a cada alumno, destinada a hacer nacer los talentos potenciales particulares del alumno y a maximizarlos para el bien común. Así pues, el geógrafo Ritter, educado según los principios de Pestalozzi sentó las bases de geografía fisica y de la cartografia moderna. Los principios pedagógicos del suizo Pestalozzi conocerán múltiples avatares durante el siglo XIX, para luego tener a continuación un impacto importante en la pedagogía alternativa nacida en los movimientos de juventud alemanes, del Wandervogel al Freideutsche Jugend de los años 20, al margen de la Revolución Conservadora. Una recepción coherente de las contribuciones de Herder y Pestalozzi habría permitido a la ND sugerir, en particular, en el marco de la revista Nouvelle éducation de Fabrice Valclérieux y en el movimiento de scoutismo "Europe Jeunesse", un proyecto educativo seductor, solido, alternativo y valioso.?

En la actualidad, la práctica de la pedagogía pestalozziana conoce un innegable éxito en el movimiento antroposófico en Suiza, Alemania y Flandes, donde redes escolares privadas funcionan perfectamente y producen una verdadera élite intelectual, no producida por los partidarios del centralismo oficial en cuanto a educación. Por la terquedad limitada de Alain de Benoist, ese acercamiento fértil de la ND hacia la antropología filosófica y la pedagogía pestalozziana no tuvo lugar. Alain de Benoist lleva allí una gran responsabilidad histórica. En vez de explorar estos terrenos fértiles, trasladó una interpretación de la obra de Rousseau fuera de su contexto (que era precisamente herdériano y pestalozzieniano) y la ha difundido sobre un aparato resultante de la derecha francesa, caracterizado por un antirousseauismo inicial. Al actuar de este modo, ¡en absoluto causó una ruptura y un miniescándalo (que no es necesario seguramente ampliar el publico), cosas de las cuales es aficionado, pero la ND en ningún caso consolidó su filosofia, la cual sigue siendo, una vez más, un corpus incompleto que desorienta al observador exterior (e incluso al observador interior!: en efecto, el cambio súbito e inesperado del ex-anti-rousseauismo de Benoist a un rousseauismo apasionado, tiene sin ninguna duda desorientada más de una persona, mientras que una explicación de ese cambio mediante Herder y Pestalozzi no habría erizado a un público de derechas, y habría sido más coherente, en vista del interes de Herder por las matrices culturales (Homero, la alta edad media de los Nibelungos, la Chason de Roland, de la Islandia de las Eddas y de las sagas, Shakespeare)? y las identidades nacionales, que le distingue de Rousseau, que no se interesa por el viejo mundo ni por las literaturas arcaicas. Herder permite pensar las comunidades históricas generadoras de culturas particulares por un proceso que se extiende a muy largo plazo, mientras que Rousseau corre el riesgo siempre, a pesar de los análisis contrarios de Meier, de hacernos oscilar hacia la dialéctica individuo/masa del democratismo a la francesa, irrespetuoso de las comunidades carnales de cualquier orden (véase a este respecto las críticas de Max Hildebert Boehme y de Edgar Julius Jung). Es más, de Benoist habría podido con destreza jugar el Maurras félib (y en consecuencia herdériano sin su conocimiento) contra el Maurras antirousseauista tras abogar por una defensa de las identidades en el Hexágono y reclamando la llegada de una sexta República, de esencia federal esta vez. No se habría perdido el vínculo con la política concreta.


Para resumir, las dos rupturas principales en el itinerario ideológico de la ND (y del intelectual atípico que es de Benoist según Taguieff) son importantes, pero no fueron ilustradas suficientemente por textos coherentes que explicaran claramente la trayectoria intelectual, teniendo en cuenta las susceptibilidades básicas del público que de Benoist había sabido movilizar en los años 70 y 80. La ausencia de tales textos hace creer que la ND de-benoistiana es un tipo de movimiento desordenado y discontinuo. ¡Escollo que el responsable de la ND francesa habría podido evitar, si, excesivamente imbutido de sus éxitos en el Fígaro Magazine, no había jugado al sordo a principios de los años 80. Pero solo es peor sordo aquel que no quiere oír!
En el movimiento no conformista en general, encontramos elementos tradicionalistas y elementos vitalistas. ¿No es esto una contradicción?
Robert Steuckers : Vuestra pregunta indudablemente se relaciona con la reciente recepción en Alemania de la obra de Julius Evola, precisamente en medios calificados erróneamente o con razón de "neoderechistas". Por regla general, se afirma que Evola, un tradicionalista, es hostil a las concepciones orgánicas/vitalistas de la filosofía alemana de la Vida o del existencialismo de Heidegger. Esto es parcialmente verdadero, pero tal posición equivale a reducir la obra de Evola solo a algunos de sus aspectos tardíos. Y a ignorar todo el pasado dadaísta, avanguardista, realista-magico, idealista-realista, etc de Evola. A ignorar también la dimensión indiscutiblemente vitalista, dionisiaca y shivaísta que se detecta en el libro el Yoga tantrico, por ejemplo. Una dificultad de importancia permanece: la de pensar simultáneamente - y no de manera paradójica - los distintos elementos de una lectura múltiple de Evola, la unica lectura aceptable. Tanto en Francia como en Alemania, es demasiado pronto para acceder en esta fase, ya que una gran masa de textos, en particular, del primer período de Evola, de 1910 a 1930, aún no se traduce. En Italia, las antologías de artículos y estudios de este tiempo crucial en el itinerario évoliano acaban apenas de ser publicados en estos últimos cinco o seis años, bajo la dirección de Claudia Salaris, Elisabetta Valento, Gian Franco Lami y Claudio Mutti. De una lectura atenta de esta masa impresionante de textos, se llegará, muy pronto, a un enfoque menos maniqueista de la obra de Evola. Es imposible, en efecto, sobre la base de todos los textos de Evola, predicar un tradicionalismo fijista, al cual se le opondría un vitalismo ridículo, pseudo-nietzscheano y pára-nazi. Tal maniqueismo ya no resiste al análisis. De hecho, parecerá completamente ridículo y anticuado mañana. Por otra parte, Gehlen, que no es un filósofo ciertamente cualificable de "tradicionalista", sino un antropólogo biologisante, demuestra que la naturaleza (la vida) es insuficiente al nivel de lo humano y que lo natural bruto no vale nada si no hay un marco cultural, un aparato de orden cultural, resultante de la vida, pero destinado a encuadrar ésta. Sin tal marco, la vida corre el riesgo en cualquier momento de desembocar en el desorden, la decadencia, la caducidad, como nos damos cuenta hoy. Evola, me parece, consideró, después de sus contratiempos juveniles en el pequeño universo dadaista de Tzara, que una crítica demasiado atroz de los cuadros culturales llevaba a un callejón sin salida, al igual que una fétichización de las instituciones carcomidas, que no llevan la vida a un nivel superior, sino, que al contrario, la encarcelan en un yugo inútil y estéril. A mis ojos, la contradicción que mencionais en vuestra pregunta es un falso dilema.

[Extraído de Archivio Eurasia]

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